Arbol de Navidad

El significado del Árbol de Navidad

Resulta imposible hablar de la Navidad sin pensar en el árbol de Navidad. En muchas casas, el abeto es el adorno principal de estas fechas. Hay que remontarse hasta el segundo y tercer milenio a.C. para descubrir los orígenes del árbol navideño.

En aquella época, los pueblos indoeuropeos, que se expandían por Europa y Asia, celebraban el nacimiento del dios de la fertilidad, Frey, adornando un árbol perenne en fechas próximas a la Navidad cristiana.

Con la evangelización de esos pueblos, los cristianos tomaron esa tradición, pero transformando su significado, para celebrar la Navidad y el nacimiento de Jesús. Y con el paso del tiempo se tomó la costumbre de adornar el árbol de Navidad con luces, ángeles, lazos, guirnaldas, etc.

La historia del árbol de Navidad

El moderno árbol navideño proviene de Alemania. Sus primeras referencias datan de finales del siglo XVI, cuando un árbol fue decorado para ambientar el frío de la Navidad, costumbre que se difundió rápidamente por todo el mundo.

Hasta el siglo XIX no llegaría a Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Puerto Rico, China y Japón. Y la tradición del abeto decorado salió de Inglaterra a Estados Unidos, en los tiempos de la colonización. Se atribuye a August Imgard, un hombre de Ohio, la instalación del primer árbol navideño, en 1847.

A partir de ese momento, la cultura norteamericana ha sido abanderada en materia de decoración de Navidad. En España, el árbol navideño llegó a principios del siglo XX.


Leyendas del árbol de Navidad

El árbol del Niño Jesús. Cuenta la leyenda que, en la primera mitad del siglo VIII, un roble que los paganos consideraban sagrado cayó sobre un abeto. Milagrosamente, éste quedó intacto, por lo que fue proclamado el árbol del niño Jesús. Su forma triangular se dijo que era representativa de la Santísima Trinidad, con el Dios Padre en la cúspide.

El abeto del cristianismo. Una historia muy similar a la anterior dice que, también en el siglo VIII, el monje inglés Winfrid taló en Nochebuena un roble que era utilizado en las festividades paganas para ofrecer vidas en sacrificio. En ese mismo lugar brotó, 'milagrosamente', un abeto, por lo que se decidió tomar este árbol como emblema del cristianismo.

El árbol luminoso. Otra leyenda nos lleva hasta el rey Arturo. Se dice que Persifal, uno de los caballeros de la Mesa Redonda, descubrió un árbol lleno de luces brillantes, que se movían como estrellas, mientras buscaba el Santo Grial o cáliz de la última cena de Jesús.

También el escritor alemán Goethe, en su libro 'Werther', hizo mención a un frondoso arbusto lleno de caramelos y figuras religiosas.


El árbol de la vida eterna. Algunos cuentan que el origen del árbol hay que atribuírselo al monje inglés San Bonifacio. Se dice que, en uno de sus viajes, encontró a un grupo de paganos alrededor de un gran pino en el instante en el que iban a sacrificar a un niño en honor al dios Thor.


Para evitar el sacrificio y salvar al pequeño, San Bonifacio derribó el árbol con un poderoso y potente golpe de puño. El santo dijo a los allí congregados que ese pino era el árbol de la vida eterna de Cristo.

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